“Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables” decía Jaume Balmes. Una sentencia que parece definir la política diplomática de Estados Unidos respecto a Siria y Oriente Medio, donde movidos por el “bien”, les han llevado a errores trascendentales en el pasado que tienen como consecuencia el recelo del Gobierno de Al-Assad.
Latakia, ciudad natal de Hafez al-Assad, expresidente de Siria y padre del actual Presidente, se ha convertido en un bastión de las fuerzas gubernamentales después de expulsar de casi toda la Gobernación a las fuerzas de la oposición. A 100 km del Líbano y Turquía, y a menos de 200 km de Alepo y Homs, haciendo de ella una ciudad excepcional debido a su la proximidad con las ciudades más importantes del país, actualmente definidas como objetivos del Estado Islámico. Así pues, definida la ciudad y su importancia estratégica, podemos comprender la importancia de la base rusa allí, y también, como explicaré más adelante, la presencia de fuerzas militares rusas en el país.
En 1971, la Unión Soviética estableció en el puerto de Tartus, a menos de 100 km de Latakia, una base militar naval para el mantenimiento de los barcos y submarinos. Cuando estalló la Guerra Civil en el país, el Portaaviones Almirante Kuznetsov fue destinado a la base pero el Gobierno Ruso lo desvinculó de la crisis del país. En 2013, el Ministro de Defensa de Rusia anunció que “Tartus sigue siendo una base oficial de buques rusos en el Mediterráneo y continúa llevando a cabo las tareas en el cumplimiento de sus misiones». Terminando así cualquier debate al respecto.
A principios del mes de setiembre, con motivo del avance del Estado Islámico en el país, Rusia envió armamento para el Gobierno de Siria. Como a consecuencia de ello, se empezó a especular sobre una Base Militar nueva que Rusia estaría construyendo en Latakia para poder mandar el armamento y la ayuda de forma segura. Aunque a principios de mes esto era un rumor, pocos días después salta a la palestra mediática que Rusia está colaborando estrechamente con el Gobierno de Al-Assad enviando militares, no a combatir, si no a formar al Ejército Sirio, citando textualmente al Ministro de Asuntos Externos de la Federación Rusa, Sergey Lavrov: «El objetivo es ayudar a los sirios a aprender a manipular la técnica y prepararla para su uso en la lucha antiterrorista». Con el espíritu del fracaso de la colaboración occidental en Libia, Rusia busca cambiar el tablero de esta partida de ajedrez.
A la mañana siguiente, Barack Obama afirmó que la estrategia de Rusia en Siria estaba “condenada al fracaso” al querer mantener el Gobierno de Bashar al-Assad. Frente a estas declaraciones, el Portavoz del Pentágono afirmó 4 días más tarde, el 15 de setiembre, que se habían enviado a Siria piezas de artillería y tanques a una base siria desde Rusia. Añadiendo a sus afirmaciones que estas acciones creaban inestabilidad en la zona.
Días más tarde a estas declaraciones por parte del Gobierno de Estados Unidos, una fuente militar siria respondió a ello, esta fuente afirmaba: «Nuestras Fuerzas Armadas recibieron de Moscú al menos cinco aviones de combate y aviones de reconocimiento que ayudan a identificar los objetivos con una gran precisión», añadiendo: «Se trata de armas defensivas y ofensivas, particularmente de armas sofisticadas que apuntan con precisión y misiles teleguiados». En una ofensiva este lunes, tal como informa el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, más de 40 yihadistas del Estado Islámico murieron en ataques de la aviación. Unas Fuerzas Aéreas que están dotadas actualmente de nuevos aviones de combate sofisticados de gran precisión. La fuente militar informó también: “El efecto de las armas rusas comienza a hacerse sentir en el territorio sirio y el Ejército comenzó a utilizarlas en las ciudades de Deir Ezzor y Raqa, particularmente contra las posiciones del EI.”
Como consecuencia de todo ello, Israel también entra en escena. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu, reunido estos días con el Presidente Vladimir Putin en Moscú, ha llegado a un acuerdo muy importante de colaboración militar para evitar confrontaciones militares en el país. Un hecho que tranquiliza a la población israelí que veía con cierto temor el uso de armas rusas contra Israel, ahora calmada después de escuchar las palabras de su Primer Ministro y del Presidente de la Federación Rusa sobre la creación de un mecanismo para prevenir las “incomprensiones” militares y coordinarse en el campo aéreo, naval y electromagnético entre ambos en Siria. El Presidente Putin declaró a Israel como un amigo de Rusia, citando textualmente, “La presencia en Israel de muchas personas procedentes de la antigua Unión Soviética es una razón más para que Rusia actúe con suma responsabilidad en Oriente Medio”.
Esta nueva situación sitúa a Estados Unidos en una posición decadente. Factores como el giro copernicano de países europeos acerca de la figura de Al-Assad, primero simpatizantes de derrocarlo y ahora exponiendo hojas de ruta donde es necesario que no sea derrocado para evitar una inestabilidad mayor; la Cumbre entre Rusia e Israel acordando colaboración militar frente el terrorismo en Siria; el envío de material militar en Latakia y la posible intervención militar rusa en el país si Damasco lo solicita, hace que la diplomacia de John Kerry en la zona sea vista con irrelevancia.
Concluyendo, Latakia es el símbolo del cambio de las reglas del tablero, una acción que todos los jugadores de esta partida macabra han aceptado excepto Estados Unidos, que al quedarse de forma estoica en sus planteamientos de buenos y malos, hacen que la cita inicial de Balmes sea tan definitoria para su política. Los errores en Iraq y Libia han sentado un precedente para todos los actores menos para uno, que sigue en su rol de policía del mundo bueno, continuando así con la estela neoconservadora de la política exterior americana.