Diplomacia entre olivos

“Estamos tan convencidos que para obtener un buen éxito del Concilio se deben elevar pías súplicas, multiplicar las obras, que, tras madura reflexión y muchas oraciones dirigidas a Dios, hemos decidido acercarnos como peregrino a aquella tierra, patria de Nuestro Señor Jesucristo. Veremos aquella tierra venerada, de donde san Pedro partió y a la que ningún sucesor suyo ha vuelto jamás.” Pablo VI

Un año antes que concluyese el Concilio Vaticano II y se publicase la declaración Nostra Aestate, el Papa visitó Israel. El cuatro de enero de 1964 el Santo Padre aterrizaba en Amman, capital del Reino Hachemita de Jordania, el motivo por el cual aterrizó allí queriéndose dirigir a Tierra Santa nos lo cuenta X. Peytibi: “Sin embargo, Pablo VI no iba en calidad de jefe de Estado porque no había sido invitado oficialmente por el gobierno del Estado de Israel, con el que la Santa Sede ni siquiera mantenía relaciones diplomáticas. De hecho, de Roma voló directamente a Amman, la capital de Jordania, desde donde se trasladó hasta territorio israelí. Aun así, tanto el rey Hussein como el presidente Zalman Shazar lo recibieron con todos los honores”.

Pablo VI, el pontífice peregrino

Según crónicas de entonces, Pablo VI fue recibido en Jerusalén con ramos de olivo y palmas por una enorme multitud, donde el propio rey Hussein de Jordania iba en la cabecera y seguramente pilotando la caravana desde Amman. Es importante recordar que el territorio de la actual Cisjordania pertenecía en 1964 a Jordania, siendo Jerusalén mitad jordana y mitad israelí. Y fue el mismo día 4 que cruzó a Israel, pero por la noche se dirigió a Getsemaní.

Una vez allí, el Regimiento Real consiguió abrir paso al Santo Padre sobre las once de la noche hasta la Iglesia de la Agonía, donde había una enorme muchedumbre desde hacía más de veinte horas. Y fue en el Monte de los Olivos donde reinó el silencio, plantó un olivo, que aún hoy en día sigue allí, y después oró con las manos juntas, dirigiéndose poco después de nuevo a la Iglesia de la Agonía. En la Iglesia se dio un hecho histórico, que pasaría a la posteridad y se popularizaría después con Juan Pablo II, Pablo VI besó el suelo del Getsemaní.

Tras los pasos de Pablo VI

Cincuenta años después de la visita de Pablo VI, el papa Francisco aterrizó en Amman, donde fue recibido por el rey de Jordania, desplazándose después hacia Tierra Santa, primero a Cisjordania y luego a Israel. En Cisjordania se encontró con las autoridades palestinas en Belén, donde hizo una misa en la Plaza del Pesebre. Ese mismo día fue recibido en el Aeropuerto Internacional Ben Gurion por las autoridades israelíes. En Israel visitó el memorial Yad Vashem, el Muro de los Lamentos (donde se abrazó con el rabino Abraham Skorka y el musulmán Omar Abboud).

Después, en Getsemaní, al igual que hizo Pablo VI en 1964, Francisco plantó otro olivo como símbolo de paz y concordia, en el Huerto de los Olivos. Recordemos que la rama que llevaba la paloma en el pico para Noé era de olivo, como el aceite que usaban los reyes de Israel para ser ungidos era de oliva.

De la misma forma en el Huerto de los Olivos es donde Jesús, según la Biblia, fue hecho prisionero después de la Santa Cena el Jueves Santo al ser traicionado por Judas.

El tercer olivo

Tiempo después, en el Vaticano, se reunieron el Papa Francisco, el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmmud Abbas y el Presidente de Israel Shimon Peres. Allí acordaron mantener una voluntad firme a favor de la paz y la concordia, con la firme voluntad de establecer puentes entre judíos, cristianos y musulmanes, entre árabes e israelíes.  Y  alrededor de esa reunión también hubo un olivo por medio.

En los Jardines Vaticanos, recuperando el espíritu de paz y concordia, de la importancia del olivo en las relaciones diplomáticas de la Santa Sede que había tenido el primero, los tres líderes, junto con el Patriarca de Constantinopla, se plantó un tercer olivo. Cada uno con una pala, Shimon Peres, Mahmmud Abbas, el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomeo plantaron un pequeño olivo en pro de la paz en Tierra Santa., un hecho trascendental como he citado antes por lo siguiente:

Después de años de estancamiento en las negociaciones de paz entre palestinos e israelíes, el plantado del joven olivo por parte de los cuatro líderes impulsó un signo de fraternidad.

Vatican Mideast
(AP Photo/Max Rossi, Pool)

Poco después de este hecho la Santa Sede empezó el redactado de un Concordato con la Autoridad Palestina, empezándose como Autoridad y terminando siendo ratificado, el dos de enero de 2016, como Estado de Palestina.

52 años después de Amman ‘64

Cincuenta y dos años después de que Pablo VI aterrizase en Amman, y acompañado del rey de Jordania se dirigiese a Jerusalén, y después a Israel a través del reino hachemita, la Santa Sede reconocía delante del mundo, como autoridad religiosa y política, la existencia de un nuevo estado en esas tierras: el Estado de Palestina.

En el huerto de Getsemaní mientras, ha estado observante y bien cuidado por una comunidad de monjes el olivo que inició todo esto, un árbol que produce buenos y abundantes frutos según citan sus propios cuidadores.

Alrededor de un olivo ha girado la geopolítica de Oriente Medio para la Santa Sede, a los pies del olivo Pablo VI besó el suelo por primera vez, a los pies de un olivo el Papa Francisco unió a cristianos, musulmanes y judíos en Getsemaní 50 años después, y poco después unió a los pies de otro olivo dos pueblos que llevaban siglos de batallas y guerras. Un árbol de lento crecimiento, que necesita cuidados para su correcto desarrollo, pero una vez crece lo hace con raíces profundas y un tronco duro.

Quizás sea el mejor símbolo de la paz y la concordia al fin y al cabo.

Imagen de portada: Oficina de prensa del gobierno – OPG.